Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han confirmado la muerte de Hassan Nasrallah, líder del partido y grupo armado libanés Hezbolá, tras una intensa jornada de bombardeos en los suburbios de Beirut. Hace unas horas, la propia Hezbolá también confirmó el deceso de su líder junto con otros altos mandos de la organización.
Si bien no se descarta que en las próximas horas Nasrallah reaparezca, lo cual sería una gran victoria propagandística contra Israel, varios medios internacionales y la misma organización ya han dado por sentado su fallecimiento. Además, junto a él, murieron otros líderes tanto del ala política como del ala militar de Hezbolá, así como altos mandos de la Guardia Revolucionaria Iraní, lo que representa un logro significativo de las FDI contra el Eje de Resistencia en general.
La escalada de tensiones en el sur del Líbano lleva varias semanas, o incluso meses, si consideramos que los primeros incidentes en la frontera pueden remontarse al ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, cuando también desde el sur del Líbano se lanzaron cientos de proyectiles hacia el norte del Estado hebreo. Sin embargo, en las últimas dos semanas, se ha presenciado una serie de operaciones, algunas dignas de una película de espionaje, que anticipan un gran golpe a la organización libanesa.
El 18 de septiembre de 2024, miles de localizadores (beepers) estallaron simultáneamente en todo el territorio libanés, provocando cientos de bajas, tanto muertos como heridos graves, entre los combatientes de Hezbolá, así como centenares de heridos leves que desbordaron los hospitales del país. Poco después, una situación similar ocurrió con walkie-talkies y radios de onda corta, ya que el grupo de resistencia evita el uso de teléfonos celulares para comunicaciones operativas debido a su facilidad para ser rastreados. Aunque el Mossad, los servicios de inteligencia israelíes, no se ha adjudicado el ataque, la principal hipótesis es que los dispositivos fueron interceptados y manipulados antes de su llegada al Líbano.
Días más tarde, entre el 21 y el 23 de septiembre, se produjo una serie de bombardeos en el Líbano, algo habitual por parte de las FDI, pero esta vez con un éxito inusualmente alto en la consecución de sus objetivos. Las FDI afirman haber destruido aproximadamente el 50% de los depósitos de armas y proyectiles de Hezbolá y abatido a altos mandos de su brazo armado. Esto culminó en el ataque del 27 de septiembre, que aparentemente eliminó a la mayoría de la cúpula militar y parte de la dirigencia política de la organización. Entre las bajas, se cuentan Ali Karki, comandante del Frente Sur de Hezbolá, y Hussein Ahmad Dahraj, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Radwan, una figura clave en la transferencia de armas y en el fortalecimiento de la organización.
El ataque coincidió con la visita de Benjamin Netanyahu a Estados Unidos, lo que parece haber sido una estrategia para hacer bajar la guardia a Hezbolá, ya que en teoría se encontraba en negociaciones para un alto el fuego. Además, en la operación se utilizaron bombas «Bunker Buster», armamento de alta tecnología diseñado para destruir instalaciones subterráneas, lo que sugiere que Israel ya conocía la ubicación precisa de sus objetivos.
En poco más de una semana, la organización armada no estatal más grande del mundo, con aproximadamente 150 mil combatientes y un vasto arsenal de cohetes y misiles, ha quedado severamente golpeada. Hezbolá ha sido descabezada y sus capacidades de respuesta armada han disminuido drásticamente. Aunque Israel aseguró tener conocimiento de la ubicación de más armamento de Hezbolá en lugares estratégicos como el aeropuerto de Beirut, Irán, principal patrocinador de la organización, parece reacio a tomar represalias directas en defensa de su aliado y la organización libanesa parece no tener las capacidades para responder por sí misma.
A pesar de los recientes ataques, Hezbolá aún cuenta con células autónomas capaces de llevar a cabo operaciones de pequeña escala. Desde ataques de represalia hasta la adquisición de armamento, los mandos intermedios podrían mantener activa a la organización mientras se restablecía el liderazgo. Sin embargo, una reorganización es inevitable, y Hezbolá necesitará nombrar nuevos líderes tanto en el ala política como en el militar. Entre los posibles sucesores se mencionan a Naim Qassem, secretario general adjunto del partido, y otras figuras menos conocidas pero igualmente influyentes dentro de la organización.
Sin embargo, como señaló el popular youtuber Memorias de Pez: «ser líder de Hezbolá es un trabajo de alto riesgo», especialmente en un contexto donde las operaciones de la organización parecen comprometidas y su estructura infiltrada por agentes extranjeros.
El mayor peligro para Hezbolá podría ser el vacío de poder en su ala militar. La historia nos ha enseñado que los golpes a cabecillas de organizaciones como cárteles de narcotráfico o grupos terroristas suelen desatar luchas internas por el control. Hezbolá podría fragmentarse en facciones enfrentadas entre sí, lo que incluso podría arrastrar al Líbano a una nueva guerra civil. Sin embargo, una invasión terrestre de Israel al sur del Líbano podría unir temporalmente a las distintas facciones contra un enemigo común, tal como sucedió con los señores de la guerra chinos ante la invasión japonesa en la Segunda Guerra Mundial.
Por otro lado, Irán parece no estar dispuesto a arriesgarse a un conflicto directo con Israel, lo que deja a Hezbolá en una posición delicada. En las próximas horas, la organización deberá decidir si la muerte de su líder marca su fin o si, como la Hidra de la mitología, una nueva cabeza tomará su lugar. Lo que es seguro es que, aunque la serpiente haya sido decapitada, su veneno aún puede propagarse y mantener la región en tensión, ya sea por conflictos internos o externos.